25 nov 2012

Capitulo 7

    "Mi  primer encuentro con Santiago. Parte I" 


Cuando por  fin  mis ojos se acostumbraron  a la luz interior  pude  observar  al hombre que tenia  frente a mí. Alto,  de pelo castaño, ojos claros, con un buen porte. Vestía  unos vaqueros azules oscuros  muy favorecedores y una sudadera con capucha de  color gris claro. Un look  muy  urbano, actual, no me desagradó en  persona.

La impresión  inicial  ayudó a que  se disiparan mis dudas  y a  que, para que nos entendamos,  mi nivel de alerta  según la escala  de alerta de terrorismo descendería de un nivel  rojo  a uno  amarillo.  Pero sin duda,  lo que  me ayudó  a que  poco  a poco  me fuera relajando  fue el alcohol. Me ofreció una copa,   la cual acepte gustosa  y la cual,  a pesar de que me avergüence reconocerlo,    me  bebí  casi de un golpe y rellene  sin que él se diera cuenta cuando salió  un momento de la cocina.
Cuando  el  alcohol se fue asentando en mi estomago y me fue dando ese calorcillo típico, me fui relajando más, pero no  fue   a causa de la gran cantidad ingerida sino más bien por el  poder psicológico que confiere. Salí de la cocina con paso decidido  y  me dirigí  hacia el salón donde se encontraba él  maniobrando con el DVD, ya que se había  empeñado en ver una película   para “ambientar”. Al final   y como  no,   la ley de Murphy se impuso el DVD no funcionaba,  y acabamos  viendo  una que echaban en Antena 3,  por tanto  como sabréis duró una eternidad por culpa de los anuncios, pero  una eternidad de verdad, duró tanto  que llegó un punto en el que no sabía qué hacer, si  esperar a que terminara  la película, esperar a que se me lanzara él  o lanzarme yo, menos mal que no  tuve  que esperar mucho. Ya que  finalmente él se decidió  por  abordar el asunto directamente, no sin antes un par de  insinuaciones mías no muy discretas, vamos, ¡para nada discretas!, o al menos que   consideres pasar tu  pie ronzando no muy sutilmente  por su pene, algo   discreto.

Me puso   con la espalda totalmente apoyada contra el asiento del sofá y  empezó a besarme  lentamente en los labios,  fue bajando por  mi cuello  y de ahí  siguió dejando un reguero de besos  hasta llegar a mis pechos.                                                                     
Bajó  el escote de mi camiseta dejando  a la vista  un sujetador  negro de encaje  que apenas me cubría los pezones, empezó a lamer los pechos con ansia.  Mientras  succionaba el pezón de uno abarcaba con su mano el otro, juntándolos, lamiendo la hendidura entre ambos, enloqueciéndome  poco a poco,  le dedicó  su tiempo a saborearlos   por completo, deleitándose con ellos mientras que a mí  me iba surgiendo una necesidad  cada vez mayor   que  hacía que  levantara mis caderas y me frotara  como un animal en celo contra su pene  cada vez más duro y evidente a pesar de  la tela  gruesa del  pantalón.
No  pude soportarlo más y me lance de lleno a empezar de una vez lo que había  ido a hacer,   estando él  aún encima mía le desabroché  los pantalones e introduje mi  mano por dentro, toqué su pene  grande, largo, duro. Ahora sí que podíamos  jugar en igualdad de condiciones, lo  aparte de  mi,  le hice  colocarse a él de espaldas como me había tenido  instantes antes a mí,  lo miré a  los ojos con cara de picara mientras que con  mi mano derecha aun sostenía su pene  y lo acariciaba arriba y abajo, arriba y abajo…sin dejar de mirarle, como si  algo se hubiera apoderado de mi, una sensación de satisfacción, poder, lujuria y deseo  me abarcaba, me hacía creer que era indestructible, poderosa, increíble.

Con esa sensación  maravillosa  recorriendo  mis venas, agache  la cabeza  y me introduje su pene  en la boca,  estaba caliente, salado y mojado a  la vez, me encantó.  Me encantó sentirlo en mi boca y  sentir como se ponía duro a medida que lo acariciaba con mi  lengua, cuando lo besaba, cuando pasaba  mi lengua desde la  raíz de los testículos hasta  su punta. Era más que evidente que le gustaba, y eso  hizo que me emocionara y siguiera con  lo que estaba  haciendo  llegó un punto en  que perdí la noción del  tiempo, sólo continuaba, cuando me separé de su henchido miembro  me di  cuenta de que tenía que llevar un  buen rato  haciéndolo pues  me dolía la mandíbula  de forma considerable.  

Me miro,  con unos ojos  casi nublados por la lujuria y  sin mediar palabra  me cogió de la mano y me llevó hasta su  habitación, allí, con su miembro  erecto sobresaliendo de sus pantalones  me desnudo  poco  a poco  besando cada porción de mi piel blanca que quedaba  al desnudo.  Cuando  estuve totalmente expuesta  a él me empujo  suavemente contra la  fría pared, me levantó  la pierna izquierda y empezó a saborearme. Al principio despacio, luego   más deprisa, introduciendo su lengua dentro de mí. Me volvía loca, me humedecía cada vez más, sentía mi coño hinchado, caliente, húmedo, sentía su lengua en él,  su barba áspera, su nariz rozando mi clítoris. Me sentía bien, que diablos, me sentía mejor que bien, me sentía pletórica. Pero  esa sensación   corrió el riesgo de desvanecerse, llevaba  mucho tiempo  apoyada solo en mi pierna derecha, y eso me estaba pasando  factura,  me temblaba  y corría  grave riesgo de que  la situación pasara de agradable a desagradable en poco  tiempo  así que, consciente de  las limitaciones  lo  cogí del pelo firme pero  sin excesiva fuerza, lo separé de  mi sexo, lo bese, y le empujé sobre la cama.

Estando  él poyado sobre sus codos, observándome  y yo ya con mis dos piernas sosteniéndome, me acaricié el coño húmedo delante de él, comprobé que estaba húmedo  y me podía introducir fácilmente tres dedos dentro  sin dificultad alguna. Estaba lista, más que lista, estaba deseosa. Avancé hacia él a gatas dejando que mis pechos rozaran desde la parte inferior de su torso  hasta  su  boca.

Estando ahorcajaras sobre él,  le coloque el condón,  estaba apartando el envoltorio    del “campo de acción” para que no nos molestará cuando  sentí como me penetraba desde abajo, me quedé en mitad de un movimiento cuando sentí su polla en mi interior. Lo miré con cara de asombro  y perplejidad,¡ me había  fastidiado mi momento! No  daba crédito, ¡era MI momento! Y él   lo había estropeado, me cabreó,  joder pues claro que  me cabreó y   me sigue cabreando el recordarlo,  porque es algo único, fascinante, es… es increíble  y  el muy  gilipollas  me lo  había jodido  (nunca mejor dicho).
  Se lo dije, pues claro que se lo dije, soy una persona de carácter  y en esos momentos estaba  patente en el aire, el me pidió perdón,  me dijo que no lo  sabía, la lujuria   de sus ojos  había pasado a desasosiego,  y me dio   pena, no por él en sí  si no porque  lo había hecho sentirse tan mal, por algo que  vale, me gusta,  pero  no era  el fin del mundo. Le dije con cara picarona  que no pasaba nada, que simplemente me lo tendría que compensar  y  una brillante sonrisa se  hizo  en la cara de Santiago como  si le hubiese dado  una  maravillosa oportunidad para  enmendarlo  haciendo algo que se le daba  bien,( y  vaya que si lo hace bien).

Cómo  yo continuaba encima y él aun estaba dentro de mí,  empecé  a  follarle pude ver como rápidamente cambiaba su rostro de nuevo al de lujuria que había tenido instantes antes, ya todo estaba olvidado, al principio empecé a follarle  despacio,  y después más rápidamente, él   tenía  a su plena disposición  mis pechos  que  bamboleaban frente a su rosto,  él los chupaba, los mordía,  jugueteaba con ellos  como si los conociera desde tiempo.

En un arrebato, con su polla profundamente incrustada en mí  y con  uno de mis pezones entre sus dientes me dio  la vuelta , me subió las piernas hasta sus hombros    me agarro  las tetas  y empezó a follarme con movimientos rápido  y poco profundos,  que  rápidamente me  provocaron   un orgasmo  fascinante. Mi vagina se contraía en  fuertes espasmos  y eso hacía que notara  su polla aun más dentro de mí. Una sonrisa de gozo y placer se instauró en la cara de ambos.  El flujo salía de dentro de mí  con  abundancia, lo notaba  como se escurría por  el coño  e iba descendiendo  en su camino  guiado por la gravedad   y la hendidura de mi culo  hasta llegar  a la sabana. Tenía el culo  mojado  de mi propio  flujo, no me lo podía creer, pero era cierto,  lo notaba húmedo cada vez que daba contra las sabanas, notaba  como continuaba   saliendo  de mi coño gracias a las cortas acometidas de Santi,  me acababa de correr, seguía corriéndome de hecho   y a pesar de eso   tenía ganas de más. 

4 comentarios:

  1. Marco_4411/27/2012

    Sigo tus confesiones con gran interés, me pone a cien imaginar las escenas que describes y cómo te sientes... Sigue con más, por favor!!

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    1. Eso intento, seguir y tener esto al día tan seguido cómo puedo.
      Gracias Marco.
      Un beso

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  2. MENUDO ENCUENTRO!!! Y AUN TENIENDO GANAS DE MÁS, JEJEJEJEJE... Y YO DESEANDO SABER QUE MÁS PASÓ.
    UN BESAZO ELISA!!!

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  3. Este finde no me pude meter en el blog y pensaba que me perderia tu nuevo capitulo, por suerte no ha sido asi. A ver si te recuperas pronto que estamos todos algo pachuchos!! un beso

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