Algunas mujeres quizás hubiesen tirado el billete, alejándose de todo recuerdo de ello, yo me lo gasté todo en un par de horas. No me sentí mal por ello, me plantee seguir haciendo lo que hacía pero ahora por dinero, no lo descarté, simplemente lo dejé a un lado sin descartar (siempre dejando frentes abiertos).
No sé muy bien cómo pero me planté en el fin de año casi sin darme cuenta. Pasó sin grandes sobresaltos, fue incluso aburrido, la Nochevieja en el garito inmundo de siempre eso sí con barra libre, pero el mismo garito a fin de cuentas, sin nada interesante ni destacable, lo único, como mucho, mis ganas de contarles a mis amigas mis nuevas experiencias, pero no lo hice, porque no eran mujeres cualquiera, eran mis amigas y sabía perfectamente lo que pensarían y lo que me dirían.
Así que decidí callármelo, y seguir con mis “actividades” en secreto, que por aquel entonces simplemente consistían en hablar con la gente, hacer algún que otro video chat dónde me desnudaba para los hombres que quisieran verme, me tocaba para ellos delante de la cámara, hacia lo que ellos me pedían y disfrutaba haciendo disfrutar a la gente.
Lo hacía con hombres de todas partes y de todas las edades, incluso matrimonios, eso era lo que más me excitaba. Algunos matrimonios incluso me daban sus correos y pasábamos a algo más privado, y me dejaban verles mientras follaban, ese cambio de rol me excitaba. Poco a poco y a medida que pasaba el tiempo me daba cuenta de que disfrutaba viendo disfrutar a la gente, me encantaba ver a la gente masturbarse conmigo hasta que se corrían, me gustaba ver a las parejas que me pedían que les mirara mientras ellos follaban, me gustaba hacer y tocarme dónde me dijeran , dejar volar mi imaginación. Me gustaba, me sentía bien, segura y lo podía hacer a casi cualquier hora del día. Era bastante cómodo, placentero, gratificante.
Pero como todo en esta vida, llega un momento en que me aburre y pronto me aburrió, me parecía una buena alternativa a quedar con hombres mientras estudiaba para los exámenes de la universidad pero a medida que sabía que el fin de mi encierro estudiantil se acercaba yo tenía más ganas de volver a vivirlo en real, tenía ganas de volver a sentir ese momento precioso en el que me penetra un hombre por primera vez, quería volver a sentir unos labios ajenos sobre mi piel, tenía ganas de que alguien me tocara y provocara un orgasmo otra vez.
Empecé a hablar por chat con un hombre , tenia treinta y siete años, Santiago se llamaba, parecía bastante majo, muy risueño él, siempre con la gracia en la mente, me parecía bastante simpático y agradable, lo suficiente como para plantearme quedar con él.
A medida que fuimos hablando me describía el plan de la noche en que nos viéramos, lo describía de tal manera que conseguía que me imaginara como era él y como era podría llegar a ser el estar con él. El momento decisivo fue sin duda ( y a pesar de sonar bastante hipócrita) cuando me mando una foto suya, era bastante guapo, era el tipo de hombre que te fijas en él cuando estás en algún lugar cenando y lo ves con sus colegas también haciendo lo propio, te fijas en él porque tiene algo, no es que sea guapísimo ni que tenga un físico increíble, simplemente te fijas y le notas esa seguridad, esa experiencia, en definitiva y como siempre, era la conciencia de sabiduría típica de la edad lo que me atrajo hacia de él. Tanto que hasta me convenció, no sé cómo, de ir a su casa, en mucho menos tiempo del que yo tenía planeado.
Era la primera vez que iba a casa a ajena, tenía mis miedos, algo bastante normal y comprensible, porque a fin de cuentas no sabía que me iba a encontrar de verdad y que me podría llegar a pasar pero cómo no, me arme de valor y fui.
Era ya bastante tarde cuando llegué al portal de su casa, antes siquiera de tocar el timbre temblaba de puro nerviosismo. Me fumé dos cigarros seguidos. Con la última calada del segundo aun llenándome los pulmones y disfrutando del aumento considerable de nicotina en sangre, toqué el timbre. Cuando contestó descubrí que tenía una voz muy suave (al menos eso parecía por el interfono), me abrió la puerta del portal, decidí subir por las escaleras para desentumecer mis piernas dándoles así un poco más de solidez y confianza.
Cuando llegue al rellano, me situé frente a la puerta, y casi de manera inconsciente llame con mis nudillos, a los pocos segundo la puerta se abrió, era evidente que Santiago estaba muy cerca. Y la luz intensa del interior en contraposición con la casi penumbra del rellano me cegó durante unos segundos.
PARECE QUE SANTIAGO TE HA CALADO MAS QUE TUS OTROS AMIGOS... TENGO GANAS DE SABER MÁS DE ESTE ENCUENTRO.
ResponderEliminarUN BESAZO ELISA!!!
¡Sigue así!
ResponderEliminarMe gusta la idea que has tenido y la libertad con que te expresas y experimentas. Todo un ejemplo.. ¡Ole tu!
Un beso desde Málaga.
Álvaro Martín
Gracias a ti Álvaro por pasarte, leerme y comentar. Siempre es de agradecer.
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