25 nov 2012

Capitulo 6

               "El por qué, Santiago  entró en mi vida"



Algunas   mujeres quizás  hubiesen   tirado el  billete, alejándose de  todo recuerdo  de ello,  yo  me lo gasté todo  en  un par de horas. No me sentí mal por ello,  me plantee   seguir  haciendo lo que hacía   pero  ahora por dinero, no lo descarté, simplemente  lo dejé a un lado  sin descartar (siempre dejando   frentes abiertos). 

No sé muy bien cómo pero me planté en el  fin de año  casi sin darme  cuenta.  Pasó  sin  grandes  sobresaltos, fue incluso aburrido,  la Nochevieja  en el  garito  inmundo de siempre    eso sí con  barra libre,  pero  el  mismo  garito  a fin de cuentas, sin  nada interesante ni  destacable,  lo único,  como mucho, mis ganas de contarles a mis amigas  mis nuevas experiencias, pero no  lo hice, porque no eran  mujeres cualquiera, eran mis amigas  y sabía perfectamente lo que pensarían  y lo que me dirían.

Así que decidí  callármelo,  y seguir con  mis “actividades” en secreto, que  por aquel entonces simplemente consistían  en  hablar con la gente,  hacer  algún que otro  video  chat  dónde me  desnudaba  para    los hombres que quisieran verme, me tocaba para ellos  delante de la cámara, hacia  lo que  ellos me pedían  y disfrutaba  haciendo  disfrutar  a  la gente.

Lo hacía con hombres de  todas partes y de todas las edades,  incluso matrimonios, eso  era lo que más me excitaba. Algunos matrimonios  incluso   me daban  sus correos  y  pasábamos a algo más privado,   y me dejaban  verles mientras  follaban, ese cambio de rol me excitaba. Poco a poco  y  a  medida que pasaba el tiempo   me daba cuenta de  que  disfrutaba  viendo  disfrutar  a la gente, me encantaba ver a la gente  masturbarse conmigo  hasta  que se corrían,  me  gustaba   ver a  las parejas que me pedían que les mirara  mientras ellos  follaban,  me gustaba  hacer   y tocarme  dónde me dijeran , dejar volar mi imaginación. Me gustaba, me sentía bien, segura y lo podía hacer a casi cualquier hora del día. Era bastante cómodo, placentero, gratificante.

Pero  como todo en esta vida,  llega un momento en que me aburre y pronto  me aburrió, me parecía una buena alternativa  a quedar con hombres mientras estudiaba para  los exámenes de la universidad pero  a medida que  sabía que  el fin de mi  encierro  estudiantil se acercaba  yo tenía más ganas de  volver a vivirlo en real,  tenía ganas de volver a sentir ese momento precioso en el que  me penetra un hombre  por primera vez, quería  volver a sentir unos labios  ajenos sobre mi piel,  tenía  ganas  de que alguien  me tocara y  provocara un orgasmo  otra vez.


Empecé a hablar por chat con un  hombre , tenia  treinta y siete años, Santiago se llamaba,   parecía  bastante  majo,  muy risueño él, siempre con la gracia  en la mente,  me parecía  bastante simpático  y agradable,  lo  suficiente  como para plantearme quedar  con él.
 A medida que fuimos hablando  me describía  el  plan  de la noche en que nos viéramos, lo describía de tal manera que conseguía  que me imaginara  como era él y  como era  podría llegar a ser el estar con él.  El  momento decisivo  fue  sin duda ( y a pesar de sonar bastante hipócrita) cuando me mando  una foto  suya, era bastante guapo,  era  el  tipo de hombre   que te fijas en él  cuando  estás en algún lugar  cenando   y lo ves con sus colegas  también haciendo lo propio,  te fijas en él  porque  tiene algo, no es  que  sea guapísimo  ni que tenga un físico increíble, simplemente  te fijas  y le notas esa seguridad, esa experiencia,   en definitiva  y como siempre, era  la conciencia de sabiduría típica de  la edad  lo que me atrajo  hacia de él. Tanto  que  hasta  me  convenció, no sé cómo, de ir a su casa, en mucho menos tiempo del que yo tenía planeado.


Era  la primera vez que iba  a casa a ajena,  tenía mis miedos,  algo bastante normal  y comprensible, porque a fin de cuentas no sabía  que  me  iba  a encontrar de verdad  y que me podría llegar a pasar pero  cómo no,  me arme de valor  y fui.
Era  ya bastante tarde  cuando llegué al portal de  su casa, antes siquiera de tocar el timbre  temblaba de puro nerviosismo.  Me  fumé dos cigarros  seguidos. Con la última calada del segundo  aun  llenándome los pulmones y  disfrutando del  aumento  considerable de nicotina en sangre, toqué el timbre. Cuando contestó  descubrí que tenía una  voz muy suave (al menos eso parecía por el  interfono), me abrió la puerta del portal, decidí  subir  por las escaleras para desentumecer mis  piernas dándoles así un poco  más de solidez y  confianza.

Cuando llegue al rellano, me situé frente a  la puerta,  y  casi de manera inconsciente  llame con mis nudillos,  a los pocos segundo  la puerta se abrió, era evidente que  Santiago estaba muy cerca.  Y la  luz intensa del interior  en contraposición con la casi penumbra del  rellano me cegó durante unos  segundos.


3 comentarios:

  1. PARECE QUE SANTIAGO TE HA CALADO MAS QUE TUS OTROS AMIGOS... TENGO GANAS DE SABER MÁS DE ESTE ENCUENTRO.

    UN BESAZO ELISA!!!

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  2. ¡Sigue así!

    Me gusta la idea que has tenido y la libertad con que te expresas y experimentas. Todo un ejemplo.. ¡Ole tu!

    Un beso desde Málaga.

    Álvaro Martín

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    1. Gracias a ti Álvaro por pasarte, leerme y comentar. Siempre es de agradecer.

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