Había pasado más de una semana desde mi encuentro con Ford rojo. Desde el encuentro con él no había vuelto a entrar a mi cuenta de correo, no me sentía con ganas, la última experiencia no había salido del todo bien, además por aquella época habían regresado mis amigas que estaban estudiando fuera y venían para las vacaciones de Navidad.
Me sentía demasiado feliz de volver a tenerlas cerca y no pensaba mucho en el sexo, me gustaba volver a tener las conversaciones absurdas con ellas que no llevaban a ningún lado excepto para reírnos un rato de nuestra propia idiotez, pero de reconocer que a veces me agobian y a veces incluso me aburren ya que siempre que tenemos conversación que se pueden llegar a catalogar como” más serias” suelen hablar de los mismos temas: ellas y sus problemas personales. Es bastante curioso pero tienen un modus operandi claramente reconocible, por regla general siempre suelen hacer la pregunta de cortesía de que tal estas y qué tal te va todo, cuando finalmente cedes a contarles tus cosas, cuando estas a punto de llegar al momento que más quieres contarles, no sé cómo se las ingenian que al final siempre desvían la conversación y hacen que el tema de conversación vuelva a ellas mismas.
Y no me sorprendió que lo volvieran a hacer, no es algo nuevo, no al menos para mí ya que durante todos los años que las conozco siempre habían sido así, pero esta vez volvieron peor mas inconscientes y con una visión muy poco realista, definitivamente el irse de Seneca las dos juntas les había afectado a su capacidad de juicio , aunque creo que a ello debió de influir bastante la cantidad de porros que al parecer se fumaban al día y que sin duda alguna era una de las causas principales de su gilipollez aguda repentina. No pensaban las cosas más simples, se creían que todo era de color de rosas, que todo se lo podía solucionar papá y mamá con un simple ingreso bancario ( sé que es estereotiparlas demasiado pero es que es verdad) hacían planes para pasar el fin de año en sitios inverosímiles.
No sé, llego un punto en que me cansé de ellas, no quería quedar, quería un poco de madurez por su parte y que entendiera que yo no estaba pasando por un buen momento económico, pero eso a ellas parecía importarle bien poco sólo se preocupaban de ellas mismas y me dio rabia, llegue a odiarlas y a no querer quedar con ellas.
Supongo que esas ganas de querer alejarme de ellas, de personas que supuestamente me conocían y sabían cómo tratarme y que me trataban como una acoplada a ellas ( al menos así es como me hacían sentir) me hizo volver a entrar en mi cuenta de correo y quedar con otro hombre, porque pensé, ya puestos para que me traten como una desconocida prefiero que lo haga un desconocido así al menos si me hace sentir mal no me dolerá tanto ya que habrá surgido del desconocimiento más que del desprecio a conciencia sabedor de mi personalidad.
Decidí quedar con un hombre que decía tener treinta y siete años, me transmitía muy buenas vibraciones por chat, tenía muy buenos temas de conversación, escribía sin faltas de ortografía, le gustaba leer, las series de televisión con fundamento. Parecía un tipo interesante, así que decidí quedar con él el 28 de Diciembre, aprovechando que mis padres se iban a una feria medieval de un pueblo cercano. Quedamos en la puerta de un hotel a orillas del mar en Alicante. Pero cuando lo vi, quise salir corriendo.
¡Me había mentido! (que novedad, por internet que mientan) pero es verdad, tenía por lo menos cincuenta años y eso tirando por lo bajo.
Aun así me arme de valor, a fin de cuentas había conducido hasta allí, había mentido a mis padres para poder ir, en fin, tenía que aprovechar la ocasión , así que me convencí a mi misma que tal vez de cerca ganaría algo… craso error, ¡de cerca aun parecía más mayor!, no es que me importe que sean mayores pero esa vez sí que me importó ya que me había mentido, una cosa es que seas sincero desde el principio y otra muy distinta es que mientas desde un principio y tan descaradamente, te puedes quitar uno o dos años, cinco como mucho pero…. ¡tantos!, ¿enserio?. Pero bueno, ya estaba allí, así que tenía que hacerlo, mientras caminábamos hasta una cafetería cercana me fije en que tenía una cierta cojera en la pierna derecha no quise preguntar por educación pero se ve que era bastante severa porque al poco tiempo me pidió que redujera el paso, al parecer se veía incapaz de seguir mi ritmo ( un poco acelerado por el nerviosismo del primer encuentro, como siempre).
Un vez que estuve sentada frente a él en lacafetería, me convencí a mi misma que un café y una charla no me harían daño, a fin de cuentas estaba rodeada de gente, me sentía segura.
Estuvimos casi dos horas hablando, al principio la conversación me parecía interesante pero a medida que pasaba el tiempo se hacía más aburrida, era un tipo extraño, con un montón de manías supongo que surgidas con la edad, pero eso sí, era muy simpático. Se le veía que tenía bastante dinero, vestía ropa cara, llevaba uno de esos móviles de última generación del cual tardó poco en fardar de él.
Pero su simpatía y educación tardó poco en esfumarse, de hecho a mi parecer se esfumó en el mismo momento en que se cambio de silla y se sentó a mi lado y me pregunto al oído si había venido sin ropa interior como él me había pedido por chat ( cosa que era cierta, iba sin ropa interior , preparada para un encuentro fugaz en cualquier sitio con un hombre treintañero) le dije que sí, no pude evitar decirle la verdad a pesar de que estaba en unos niveles de incomodidad medios pero iba ascendiendo. Yo no hacía más que mirar el reloj para poner cualquier escusa para poder marcharme. Pero ese descaro suyo, junto con la fantasía que poco a poco crecía y se desarrollaba en mi mente: follarme a un señor mayor, hizo que me mojara las medias y que él lo notara ya que tenía su mano en por debajo de mi falda.
Cuando terminamos en la cafetería me pidió que le acompañara al parking donde había dejado su coche (que estaba más cerca que el mío) proponiéndome llevarme después hasta al mío. No vi inconveniente en ello porque ¿que podía pasar en un parking? Había cámaras de seguridad en casi cualquier lado y eso me hacía sentirme más segura así que accedí.
Cuando me subí a su Volkswagen todoterreno nuevecito (de esos que llevan cámara en el parachoques trasero para no dar ningún golpe cuando vas marcha atrás) empezó a preguntarme qué edad tenía, le mentí le dije que tenía 23 años, pero aun así sus pupilas se dilataron supongo que fue por el hecho de que fuera mucho más joven que él. Al parecer al saber mi edad se ve que le dio más valor y guiado por un momento de excitación empezó deslizar su mano por mi pierna cada vez más arriba.
Jugó con sus dedos y mi clítoris haciendo uso de una de las costuras de mis medias que daban justamente a la altura del mismo. Cerré los ojos para poder concentrarme mejor y dejar de lado que la persona que tenia al lado y me estaba tocando tan íntimamente era un hombre de cincuenta y tantos con los dientes mal cuidados (supongo que por culpa del tabaco) medio calvo, con una cojera evidente y una aun más evidente marca de anillo en el dedo anular, me concentre en el hecho de que fuera mas mayor que yo, en su morbosidad evidente. Me concentré hasta el punto que solo era consciente de una mano ajena que me estaba dando placer y de mis propias sensaciones. Escuche como J.L se desabrochaba la bragueta de su pantalón e inmediatamente supe lo que tenía que hacer, lo que me apetecía hacer, no le mire a la cara, si no directamente a su pene, era largo, fino, con una gran vena que surgía desde casi la base y acaba en el prepucio. Me lo metí en la boca. Sabia y tenía la misma firmeza que otros penes no era diferente al gusto y al tacto de mi lengua como yo en un principio había pensado. La lamí, la bese , la mordí un poquito por puro gusto, estaba concentrada en lo que hacía, J.L me estaba diciendo algo pero yo no le prestaba atención, no quería, porque sabía que si lo escuchaba cesaría de inmediato en mi tarea y no quería hacerlo en esos momentos. Seguí lamiendo, succionando su pene hasta que se corrió en sus propios pantalones de manera abundante y poco blanquecina, mi cara aun se encontraba a escasos centímetros de su pene y no pude pensar sin satisfacción el hecho de que sin duda le dejaría mancha en el pantalón.
Me separé del miembro cada vez más relajado y con una flacidez mas acuciada de lo que yo estaba acostumbrada a ver en un pene en reposo (supuse que era algo normal por la edad) pero tampoco me detuve demasiado en pensar en ello. Levante la vista y le vi con la cabeza apoyada contra el asiento y una mano muy cerca de su miembro, me miro y me dijo que había estado muy bien, yo como persona educada siempre en la formalidad y los buenos modales le di las gracias de manera automática y desvié la mirada, no quería verle, no quería recordar aquella cara, solo la experiencia.
Una vez J.L se hubo calmado y se arregló como pudo limpiándose con unos clínex su propio semen, arrancó el coche y me se dirigió a la salida del parking. Me acercó a donde yo había dejado mi coche y antes de bajarme me paro cogiéndome del brazo y me dio un billete de cincuenta euros, me dijo que lo había hecho muy bien y que la semana próxima me diría de quedar para repetirlo. Yo en ese momento me quede parada, como una tonta en medio de la calle ya, con un billete de cincuenta euros, no sabía qué hacer, como sentirme simplemente estaba anonadada, era la primera vez que me pagaban por tener sexo con alguien y he de decir que no me sentía mal conmigo misma, es más me gusto.
VAYA CON EL HOMBRE MADURO,,,, PERO AL FINAL SALISTES GANANDO 50€,,, JEJEJEJEJE...
ResponderEliminarUN BESAZO ELISA!!!
Cicuenta euros y mi primera experiencia con ese tipo de hombres!.
Eliminarpor lo que veo te gusto
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