30 dic 2020

Capitulo 9

                                             "Le  chauffeur"


Nunca digas de esta agua no beberé y este cura no es mi padre. O en mi caso yo nunca follaré con mis compañeros de trabajo. Una máxima que seguí por casi dos años.  Hasta que  un atractivo compañero  vino  a hacer  una sustitución de un día.

Desde  primera hora de la mañana Jorge  me estuvo tirando la caña  de manera descarada . Al principio  pensaba  que era  otro más  que se pretendía hacer el chulito  y que sólo quería quedarse conmigo.  El día pasó sin pena ni gloria la verdad, es más, ni me acuerdo.

  De ese día solo recuerdo la noche. De cómo nos fuimos mi compañero  semanal,  Jorge y yo a cenar a un bareto cutre por que  la comida en el hotel era más cutre aún. 

A esas  alturas  del día  Jorge  había pasado  directamente de ser no  sutil  a ser para nada sutil.

A mi  chofer  se le veía nervioso  con la situación porque yo además  le seguía el rollo  a Jorge  pero sin tomármelo demasiado enserio, porque ¿Quién en su sano juicio  le tira la caña a alguien  de semejante manera? ¡Delante de tu compañero! En fin. Un show  y un espectáculo.

Recuerdo  cuando me pidió  el número  y yo siempre tan angelical  le pregunté muy bordemente  que para qué lo quería si total  él se iba al día siguiente. Después  de que el muchacho luchara por más de veinte minutos por mi número accedí a dárselo.  Poco después y y dando  buena cuenta de  una botella de vino   nos retiramos al hotel y cada mochuelo a su olivo… o eso  creía yo.

 Allí estaba yo  desnuda en la ducha, pensando en lo extraño de la situación (por que sí, cuando no estoy en modo  caza de pene  me cuesta bastante pillar las cosas). Allá que andaba yo con mi música de fondo pensando en lo absurdo de la situación de la cena, cuando me llega un mensaje. De Jorge. Que quiere hablar conmigo no se qué.  En ese momento se me pasan mil posibilidades por la mente. Pero  le digo  que vale  que por qué no. Ella inocente de sí,  se pone su nada sexy  pero si muy cómodas  bragas negras de algodón  su pijama  y espera.  Por que, insisto no tenia pensando follar esa noche.

Jorge  se presentó  al poco en mi habitación  aún con el uniforme de trabajo. Su pobre excusa: que la próxima semana le mandaban destacado  a otro  lugar de la geografía  española en la cual  él no había estado y yo sí.  Le ofrecí mi ayuda, porque en mi gremio es muy cierto el dicho ese de: Arrieros somos y en el camino nos encontramos.  Porque tiene más razón que un santo, y  hoy por ti  mañana por mí es mi máxima laboralmente hablando  y  en la vida también.

Me dispuse  a darle las indicaciones pertinentes yo  toda profesional en mi pijama de Disney. Cuando de repente  una mano salvaje apareció  en mi espalda y empezó a frotarla. Me lo quedé mirando  con cara de pocker.  Él al ver que yo no reaccionaba lo tomó como un sí  a continuar y empezó  a decirme  que  le traía loquísimo todo el día. En ese instante se me pasaron muchas cosas por la cabeza, en primer lugar, analizaba al hombre que tenía delante por primera vez en el día,  repasaba mentalmente el día otra vez y repasaba  mi outfit de lo más normalito. Conforme más lo pensaba  más estrambótica  se me hacia la situación, ello llevó  a un ataque de risa descontrolado por mi parte. Y las correspondientes explicaciones después,  una cosa llevó a la otra y acabamos hablando  durante bastante rato. Él en todo momento muy cerca de mí, siempre con alguna mano  puesta sobre mi piel. Y claro a mi me empezó a encender ya que mi lado profesional se iba difuminando a medida que aumentaban  mis ganas de follarmelo.  Un par de miradas, algunos roces más y se lanzó a besarme.

A esas alturas mi coño ya estaba empapado, quería follar, desesperadamente. Pero sobre todo, quería que me comieran el coño.

 


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