"Le chauffeur"
Nunca digas de esta agua no beberé y este cura no es mi padre. O en mi caso yo nunca follaré con mis compañeros de trabajo. Una máxima que seguí por casi dos años. Hasta que un atractivo compañero vino a hacer una sustitución de un día.
Desde primera hora de la mañana Jorge me estuvo tirando la caña de manera descarada . Al principio pensaba que era otro más que se pretendía hacer el chulito y que sólo quería quedarse conmigo. El día pasó sin pena ni gloria la verdad, es más, ni me acuerdo.
De ese día solo recuerdo la noche. De cómo nos fuimos mi compañero semanal, Jorge y yo a cenar a un bareto cutre por que la comida en el hotel era más cutre aún.
A esas alturas del día Jorge había pasado directamente de ser no sutil a ser para nada sutil.
A mi chofer se le veía nervioso con la situación porque yo además le seguía el rollo a Jorge pero sin tomármelo demasiado enserio, porque ¿Quién en su sano juicio le tira la caña a alguien de semejante manera? ¡Delante de tu compañero! En fin. Un show y un espectáculo.
Recuerdo cuando me pidió el número y yo siempre tan angelical le pregunté muy bordemente que para qué lo quería si total él se iba al día siguiente. Después de que el muchacho luchara por más de veinte minutos por mi número accedí a dárselo. Poco después y y dando buena cuenta de una botella de vino nos retiramos al hotel y cada mochuelo a su olivo… o eso creía yo.
Allí estaba yo desnuda en la ducha, pensando en lo extraño de la situación (por que sí, cuando no estoy en modo caza de pene me cuesta bastante pillar las cosas). Allá que andaba yo con mi música de fondo pensando en lo absurdo de la situación de la cena, cuando me llega un mensaje. De Jorge. Que quiere hablar conmigo no se qué. En ese momento se me pasan mil posibilidades por la mente. Pero le digo que vale que por qué no. Ella inocente de sí, se pone su nada sexy pero si muy cómodas bragas negras de algodón su pijama y espera. Por que, insisto no tenia pensando follar esa noche.
Jorge se presentó al poco en mi habitación aún con el uniforme de trabajo. Su pobre excusa: que la próxima semana le mandaban destacado a otro lugar de la geografía española en la cual él no había estado y yo sí. Le ofrecí mi ayuda, porque en mi gremio es muy cierto el dicho ese de: Arrieros somos y en el camino nos encontramos. Porque tiene más razón que un santo, y hoy por ti mañana por mí es mi máxima laboralmente hablando y en la vida también.
Me dispuse a darle las indicaciones pertinentes yo toda profesional en mi pijama de Disney. Cuando de repente una mano salvaje apareció en mi espalda y empezó a frotarla. Me lo quedé mirando con cara de pocker. Él al ver que yo no reaccionaba lo tomó como un sí a continuar y empezó a decirme que le traía loquísimo todo el día. En ese instante se me pasaron muchas cosas por la cabeza, en primer lugar, analizaba al hombre que tenía delante por primera vez en el día, repasaba mentalmente el día otra vez y repasaba mi outfit de lo más normalito. Conforme más lo pensaba más estrambótica se me hacia la situación, ello llevó a un ataque de risa descontrolado por mi parte. Y las correspondientes explicaciones después, una cosa llevó a la otra y acabamos hablando durante bastante rato. Él en todo momento muy cerca de mí, siempre con alguna mano puesta sobre mi piel. Y claro a mi me empezó a encender ya que mi lado profesional se iba difuminando a medida que aumentaban mis ganas de follarmelo. Un par de miradas, algunos roces más y se lanzó a besarme.
A esas alturas mi coño ya estaba empapado, quería follar, desesperadamente. Pero sobre todo, quería que me comieran el coño.
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